Recuerdo el día en que comuniqué a los misioneros que quería descender a las aguas bautismales y seguir a Jesucristo por la senda de los convenios. Tuve la oportunidad de servir en una misión de tiempo completo y llevar el Evangelio a personas maravillosas que han logrado progresar en sus vidas. He sido bendecido con una compañera excepcional, y cuatro hijos que son nuestro más grande tesoro. Aman con todo su ser a nuestro Padre Celestial y se sienten agradecidos de tener padres que se esfuerzan por ser miembros fieles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Nuestra dicha estará completa cuando seamos abuelos.
Cuando fui llamado a servir como maestro de seminario, tuve muchas inseguridades, pues mis antecesores dejaron un listón muy alto, sobre todo la hermana Patricia Viegelman, quien sirvió como maestra por más de quince años. Una de las preguntas que me hacía era si yo podría llegar al menos a ser un diez por ciento de lo que ellos habían sido.
He aprendido que no debemos temer cuando el Señor nos llama a servir. Si buscamos diligentemente su guía Él nos guiará para llevar a cabo nuestro trabajo a su manera, pues somos sus instrumentos para llevar a cabo Su obra. Gracias a Su guía puedo transmitir Sus enseñanzas a los jóvenes de manera constante y segura.
Una de mis alumnas dijo que había puesto en práctica la repetición constante y la escritura de la tarjeta que hacemos en clase, y que había memorizado Proverbios 3:5-6: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” Como resultado lo ha internalizado tanto que cuando el estrés o la incertidumbre amenazan con aparecer lo repite, que sabe que puede confiar en que el Señor guiará sus pasos y tendrá paz al actuar de acuerdo con los principios del Evangelio. Me agradeció por el tiempo que les dedico y por guiarlos en este proceso de abrazar el Evangelio en su juventud.
¡Amo ser maestro de seminario! Estoy profundamente agradecido al ver que el Señor, a través de mis alumnos, me hace saber que está complacido con mi esfuerzo y refuerza mi testimonio de que cuando lo servimos con nuestra mente, alma, corazón y espíritu, creceremos y podremos continuar recibiendo Su bendición y protección.