Fui llamado en noviembre de 2023 a servir en la misión España Barcelona, y finalizaré en diciembre de 2025. Aunque nunca tuve la intención de ser misionero de tiempo completo, testifico que Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros. Mi llamamiento vino de lo alto, como respuesta a una oración sincera, y no de ningún hombre.
Mi historia familiar influyó en mis dudas iniciales. Mis padres se conocieron mientras servían en una misión en Madrid, pero se divorciaron cuando yo tenía dos años. Este hecho, entre otros, me desmotivó y me llevó a vivir alejado de Dios. Sin embargo, un día sentí profundamente que debía servir. Compartí mis sentimientos con mi madre, quien finalmente se lo contó a mi abuela.
El sábado siguiente, varios familiares llegaron a casa sin previo aviso, pero yo no pude estar presente. El domingo, durante la conferencia de nuestra estaca, recibimos la noticia de que mi abuela estaba agonizando. Salimos de inmediato, pero no llegamos a tiempo. Al entrar en su casa, una voz interior me dijo con fuerza: “Esta es tu señal para servir en una misión de tiempo completo”. Desde entonces, me enfoqué plenamente en dedicarme a Dios y a mi prójimo.
La misión ha sido la mejor decisión de mi vida. Aunque he cometido errores, jamás me he arrepentido de haber aceptado este llamamiento. Me ha dado un fundamento firme sobre la roca de Cristo; he aprendido a andar, actuar y amar como Él lo hace. He conocido personas extraordinarias que han transformado mi vida y por ello estoy eternamente agradecido.
Durante este tiempo, he comprendido que el amor de Dios es tan grande que envió a su Hijo para efectuar la Expiación, a fin de que seamos libres y podamos recibir la vida eterna. Nuestro Padre Celestial y Jesucristo no son seres lejanos, sino que están cerca, atentos a los detalles de nuestras vidas. El poder de Jesucristo está al alcance de todos y cada uno de nosotros puede tener esos impulsos espirituales que nos acerquen a Él.
Hay poder en la oración, en las Escrituras y en la obediencia a los mandamientos. Como enseña Doctrina y Convenios 130:20–21, las bendiciones se reciben al obedecer las leyes sobre las cuales se basan. Y como dice Alma 37:45, el Evangelio nos lleva más allá de este valle de dolor hacia una tierra de promisión. Desde que decidí servir, mi vida ha sido bendecida. Todo lo que tengo y tendré es gracias a la misión. Aunque al principio temía no disponer de medios económicos para estudiar al regresar a casa, el Señor proveyó, tal como promete Lucas 12:31: “Buscad el reino de Dios y lo demás llegará por añadidura”.
Cuando termine mi tiempo como misionero, deseo seguir sirviendo y edificar el Reino de Dios. Planeo estudiar Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y continuar ayudando en distintas partes del mundo. La misión me ha enseñado la importancia de la constancia, la visión clara y el trabajo diligente.
Invito a todos los jóvenes a orar y preguntar a Dios si deben servir en una misión. ¡No se pierdan esta oportunidad! Nada se compara con las experiencias, el Espíritu y el crecimiento que la misión ofrece. Servir es la mejor decisión que podéis tomar. Hemos sido enviados para ser luz y estandarte a las naciones.
