Mensaje de los líderes del Área

Una parte de Cristo, una parte de mí

Cuando hacemos nuestra parte, el Señor hace la Suya, nos ennoblece y nos eleva a alturas espirituales inimaginables.

Elder Gomez
Elder Ángel J. Gómez, España Setenta del Área Europa Central

En una ocasión, Jesús sanó a un hombre ciego: “Escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé (que significa Enviado). Entonces fue y se lavó; y cuando regresó, ya veía”1.

Siempre me ha llamado la atención este gesto. En otras ocasiones, Su propia palabra, o el maravilloso contacto de Su mano protectora, sirvieron para que las fieles personas fuesen sanadas, pero en esta ocasión, Él preparó lodo con la tierra y Su propia saliva, y procedió a untar ese sanador bálsamo en los ojos del humilde y fiel ciego para que, una vez limpios con las aguas, viese por primera vez en su, hasta ahora, oscura vida.

Podemos aprender algo de este misericordioso evento. Su parte (la saliva) y la nuestra (la tierra) juntos producen un lodo sanador que ayudará a otras personas a lograr una visión espiritual de sus vidas que las cambiará para bien. Nosotros, junto al Señor, formamos parte de ese lodo para hacer posible que Sus hijos vean como el Señor los ve.

a blind man

En el relato, a la pregunta de Jesús: “¿Crees tú en el Hijo de Dios?”2, este nuevo hombre, con nuevas oportunidades de vida, Le respondió: “Creo, Señor, y le adoró”3.

No tenemos registro de qué ocurrió con este hombre, pero es muy probable que su vida cambiase completamente, ya que recuperó su vista física, pero también su vista espiritual, dedicando su vida a emular al Señor Jesucristo en el servicio a sus semejantes.

Es una característica de los humildes discípulos de Jesucristo el no quedarse para ellos mismos las bendiciones recibidas, sino que las comparten con todos aquellos que están dispuestos a escucharlos y recibirlos. Son personas que buscan hacer el bien a su prójimo y compartir el amor del Salvador que ellas mismas reciben de las manos de Su Maestro.

En una ocasión en que mi amada esposa Elisa y yo íbamos en nuestro vehículo, con nuestra pequeña hija Beatriz, al incorporarnos a una autopista en un lluvioso día, vimos a una pequeña y débil anciana caminando por el arcén, con poca ropa y empapada por la intensa lluvia. Debido a la velocidad a la que íbamos no pudimos detenernos, pero ambos nos miramos y decidimos rápidamente dar media vuelta. Cuando volvimos al lugar donde estaba la mujer, detuvimos el vehículo y mi dulce esposa corrió a abrigar a aquella pobre mujer mientras yo llamaba a la policía. La sentamos dentro del vehículo mientras la abrigábamos y secábamos y le prometíamos protección y seguridad. Estuvimos con ella hasta que llegó una patrulla de la policía y, tras realizar algunas averiguaciones, los agentes se hicieron cargo de ella mostrándonos su agradecimiento por lo que habíamos hecho por aquella buena mujer que caminaba, con rostro triste, por un lugar peligroso.

Nosotros continuamos nuestro viaje con gratitud al Señor por habernos permitido ser Sus manos y compartir el cuidado y bondad que Él mismo nos dispensa a diario.

Cuando hacemos nuestra parte, el Señor hace la Suya, nos ennoblece y nos eleva a alturas espirituales inimaginables. Cuando realizamos convenios sagrados con Nuestro Padre Celestial, Él nos liga de una manera especial para darnos acceso al poder de la Expiación de Jesucristo. “Nuestro Padre quiere tener una relación más profunda con todos Sus hijos e hijas, pero esa es nuestra decisión. Cuando escogemos acercarnos más a Él mediante una relación por convenio, eso le permite a Él acercarse más a nosotros y bendecirnos más plenamente”4.

Es mi ruego e invitación que seamos esa tierra que Él utilizó para sanar. Testifico que Jesucristo es el gran Sanador de nuestras almas. Que nuestra parte siempre esté unida a la Suya para que seamos uno con Él y “seamos semejantes a Él”5.

En el nombre de Jesucristo. Amén.


1 Juan 9:6–7

2 Juan 9:35

3 Juan 9:38

4 J. Anette Dennis, “Vestíos del Señor Jesucristo”, Conferencia General de abril de 2024

5 Moroni 7:48