Un nuevo comienzo espiritual

Mensaje de los Líderes del Área

Mujer orando mientras lee las Escrituras

Después de Su resurrección, el Salvador visitó y enseñó a Sus apóstoles, y durante cuarenta días se les apareció y les enseñó sobre el Reino de Dios. ¡Qué maravillosos momentos deben haber pasado juntos! En esos momentos, también les dijo que no debían salir de Jerusalén, sino que tenían que esperar hasta que fueran investidos con poder de lo alto. Les había prometido que pronto serían bautizados con el Espíritu Santo. Los dejó en suspense, así que deben haber esperado con mucha ilusión este acontecimiento, que pronto tendría lugar.

Después de que Jesús bendijera al grupo y se fuera, los apóstoles regresaron a Jerusalén llenos de gozo, y pasaron una parte considerable del tiempo de espera en el templo. Una forma excelente de prepararse espiritualmente para el cercano bautismo del Espíritu Santo y los acontecimientos posteriores. 
Los apóstoles solo tuvieron que esperar hasta la fiesta judía de acción de gracias, llamada Pentecostés, que se produjo cincuenta días después de la Pascua. Mientras estaban reunidos, llegó un estruendo como de un viento recio, que llenó la casa, “y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentaron sobre cada uno de ellos”. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas. 
Este derramamiento del Espíritu Santo supuso el comienzo espiritual para los primeros santos. Poco después, muchas almas fueron bautizadas y los apóstoles efectuaron milagros. Los nuevos santos vivían en armonía unos con otros, ayudando a los necesitados, y asistían con frecuencia al templo.

Hemos contemplado muchas veces en la historia de la Iglesia restaurada efusiones del Espíritu Santo, que han fortalecido a los santos. En el extremo superior de la escala, muchos miembros han tenido maravillosas experiencias espirituales relacionadas con la dedicación de los templos. El derramamiento espiritual más conocido y singular ocurrió cuando se dedicó el templo de Kirtland en 1836. Antes de su dedicación, los miembros realizaron muchos sacrificios, donando tiempo y dinero para ayudar a construir este primer templo especial, que todavía sigue en pie. Asimismo, se pidió a los santos que se prepararan espiritualmente antes de la dedicación.
Tuve el placer de asistir a la dedicación del Templo de Copenhague en 2004. Antes de la dedicación, participé, junto con muchos otros miembros, en todas las cosas prácticas relacionadas con la jornada de puertas abiertas para miles de visitantes. Toda la preparación y las experiencias edificantes que se vivieron con los visitantes antes de la dedicación, hicieron que la dedicación en sí misma fuera un acontecimiento especial, que influyó mucho en los miembros y los motivó a ir a menudo al templo para prestar servicio allí y sentir el Espíritu.

Tras la experiencia de ser lleno del Espíritu Santo, un resultado típico frecuente es obtener el deseo de volver a comprometerse a vivir más cerca del Señor. Además, podría ir acompañado de un mayor compromiso y motivación para hacer el bien y ayudar a los demás, quizás incluso de mayor amor y paciencia hacia los demás.
Afortunadamente, no es necesario esperar a que se produzcan grandes acontecimientos como la dedicación del templo, la visita de un apóstol, conferencias especiales, etc., para sentir la presencia o el derramamiento del Espíritu Santo y sentirse renovado. Mi propia experiencia personal es que puedo sentir un nuevo comienzo espiritual semanal durante las reuniones de la Iglesia y al tomar la Santa Cena, cuando he pasado una semana en la que he dedicado tiempo al estudio de las Escrituras, a menudo junto con el manual de Ven, sígueme, y al prestar servicio a los demás. 
Tengo la suerte de vivir cerca de un templo, e ir a él me recuerda todo el propósito de la vida y pone las cosas en perspectiva. Puede que no tenga experiencias como las que tuvieron los santos en la dedicación del Templo de Kirtland, pero el espíritu especial presente en el templo me ayuda también a estar más predispuesto espiritualmente, a fin de sentir la presencia del Espíritu Santo, igual que los primeros santos antes del día de Pentecostés.

Élder Bernskov