Seguir al profeta
Somos más capaces de percibir los susurros del Espíritu en respuesta a nuestras oraciones cuando tenemos fe para pedir y actuar.
¿Se preguntan a qué se refería Jesús cuando le preguntó a Pedro: “¿me amas más a que a estos?”
El nombre de la Iglesia no es negociable. La identidad y el destino de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días requieren que seamos llamados por Su nombre.
Si dedicamos tiempo al Señor, podemos recibir la guía que nos ayude a evitar las presiones y las confusiones del mundo.
Al venir al Salvador por medio de convenios y ordenanzas, llenamos nuestra vida de confianza, de protección y de un gozo profundo y duradero.
Las expresiones de amor pueden darse entre amigos, familias y generaciones. Este amor puede acercarnos a Cristo, aumentando nuestro agradecimiento por el amor que Él nos tiene.
Si guardamos los mandamientos de Dios y nuestros corazones están entrelazados, podremos llegar a estar unidos en rectitud.
Podemos servir como el Salvador si olvidamos nuestros propios problemas y tendemos la mano a los demás y les ministramos.
Todos debemos aprender a ser pacificadores personales y tratar a los que nos rodean con admiración y respeto.
El Salvador nos dio el ejemplo de amarnos unos a otros y al hacerlo así nos convertimos en discípulos Suyos.
Al obedecer los principios del Evangelio, podemos permanecer firmes, constantes e inmutables durante nuestras pruebas.
Ruego que recordemos siempre que cada hijo espiritual de Dios viene a la tierra en su trayecto personal.