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¿Es la reunión sacramental una experiencia culminante para ti?

Si estamos dispuestos a hacer lo necesario para que así sea, la reunión sacramental puede ser la hora más esperada de nuestra semana.

Temple on a mountain

No hace mucho, en una hermosa mañana de sábado, mientras me dirigía a casa desde el templo de Bountiful, Utah, me crucé con varios ciclistas que circulaban con gran esfuerzo en dirección contraria. Mientras los observaba esforzarse por subir lo que me parecía una pendiente imposible, el primer pensamiento que me vino a la mente fue: “Deben estar locos”. Estoy bastante segura de que el profeta Isaías pensaba en el templo de Bountiful cuando dijo: “Y acontecerá en los postreros días que será establecido el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes” (Isaías 2:2), porque realmente está lo más arriba en la montaña que puede estar. Y ahí estaban, sobre sus bicicletas, unos ciclistas locos intentando llegar a la cumbre de esa montaña que mi coche apenas podía ascender. ¿En qué estarían pensando?

Entonces caí en la cuenta. Puede que pensaran que su esfuerzo les estaba haciendo más fuertes. Puede que pensaran que llegar a la cumbre sería una experiencia increíble por el precio que habían pagado para lograrlo. Puede que pensaran que yo nunca apreciaría la vista como ellos, porque no me había tomado la misma molestia para llegar hasta allí (lo cual era cierto, porque ni siquiera me había parado a contemplarla hasta después de que ellos me hicieron reflexionar). Puede que pensaran que todos los preparativos que habían hecho para llegar a ese punto habían merecido la pena. Puede que, a fin de cuentas, no estuvieran tan locos.

Teniendo en cuenta la experiencia que imaginé que tendrían aquellos ciclistas en la cumbre de la montaña, empecé a pensar en la experiencia que espero que tengamos mi familia y yo durante la reunión sacramental cada semana. ¿Nos preparamos y esperamos con ganas nuestra experiencia semanal con el Señor con la misma diligencia y esfuerzo? Últimamente hemos recibido muchos consejos sobre la importancia de santificar el día de reposo. Desde la guía inspirada del presidente Russell M. Nelson durante la Conferencia General de abril de 2015 hasta la capacitación especial que, con suerte, todos hemos recibido en nuestros barrios y ramas, hemos tenido mucho en qué pensar respecto a nuestra observancia del día de reposo y lo que estamos haciendo para que cada semana sea más significativa.

Preparación diaria

No puedo asegurarlo, pero me atrevería a decir que esos ciclistas no se subieron simplemente a sus bicicletas esa mañana y decidieron lanzarse a la montaña. ¿Por qué? Porque sé que si yo intentara hacerlo, fracasaría estrepitosamente a los cincuenta metros de haber empezado a subir la pendiente. Lo más probable es que se esforzaran cada día haciendo entrenamiento físico para que todo saliera bien. Del mismo modo, no podemos presentarnos en la reunión sacramental una vez a la semana, sin estar preparados, y esperar tener una experiencia espiritual. Tenemos que prepararnos para ello cada día.

Los zoramitas del Libro de Mormón asistían a la iglesia cada semana. Sin embargo, en algún momento perdieron de vista el centro mismo del Evangelio, Jesucristo, y “habían caído en grandes errores”. Así que lo que debería haber sido una experiencia semanal muy significativa se convirtió en una simple reunión a la que asistir. Y cuando terminaban, “regresaban a sus casas, sin volver a hablar de su Dios hasta que nuevamente se juntaban” (Alma 31:9, 23).

Para evitar cometer esos mismos errores, estas son algunas preguntas a considerar al evaluar nuestra preparación diaria para la reunión sacramental de cada semana:

  • ¿Hemos realizado todas las actividades del “sábado como día de preparación” que reducen el estrés en el día de reposo? Una amiga publicó recientemente en Facebook que, para su familia, el simple hecho de poner en fila todos los zapatos para ir a la iglesia junto a una pared y colgar toda la ropa, los lazos para el pelo y las corbatas en los pomos de las puertas el sábado por la noche hace que la experiencia de la reunión sacramental sea más significativa.
  • ¿Hemos procurado enseñar a nuestros hijos la importancia de la reverencia durante la reunión sacramental? La reverencia es algo más que mantener a los niños pequeños ocupados para que estén tranquilos. Es un sentimiento de amor y respeto por lo sagrado. Los niños pequeños pueden aprender reverencia con un poco de ánimo por parte de adultos de confianza.
  • ¿Hemos enseñado a los poseedores del Sacerdocio Aarónico en nuestros hogares y cuórums la importancia de sus deberes del sacerdocio durante la reunión sacramental? En Doctrina y Convenios 13, aprendemos que el Sacerdocio Aarónico posee las llaves del Evangelio de arrepentimiento. ¿Comprendemos la importancia de esa función? A través de su servicio sagrado cada semana, ellos nos ofrecen a cada uno de nosotros la oportunidad de arrepentirnos y ser perdonados mediante la administración de la Santa Cena.
  • ¿Nos acostamos a una hora razonable el sábado por la noche para estar atentos durante la reunión sacramental?
  • ¿Estamos haciendo todo lo necesario durante la semana para invitar al Espíritu a nuestra vida, de modo que cuando llegue el domingo, estemos listos y deseosos de tener una experiencia significativa con el Señor durante la reunión sacramental?
  • ¿Estamos preparados para evaluar nuestras actitudes y conductas personales y para estar verdaderamente en comunión con el Salvador durante la administración de la Santa Cena?

En la sesión general de mujeres de 2017, la hermana Linda S. Reeves recordó con valentía a las hermanas que las “novelas románticas seductoras, [las] telenovelas, [las] mujeres casadas conectándose con antiguos novios en las redes sociales, y la pornografía” son algunas de las muchas herramientas que Satanás usa para evitar que nos preparemos para las experiencias espirituales que buscamos. Sobre estas cosas aconsejó: “Cuando vemos, leemos o experimentamos cualquier cosa que esté por debajo de las normas de nuestro Padre Celestial, eso nos debilita. Sin importar la edad que tengamos, si lo que vemos, leemos, escuchamos o elegimos hacer no va de acuerdo con las normas del Señor que están en Para la Fortaleza de la Juventud apáguenlo, rómpanlo, tírenlo, evítenlo y cierren la puerta”.

Listos para salir

Los ciclistas que observé estaban preparados en todos los sentidos para un viaje en el que tuvieran éxito. Con la ropa adecuada, el equipo de seguridad y el equipamiento adecuados, estaban listos para enfrentarse a la montaña. Cuando llegamos a la capilla para la reunión sacramental cada semana, ¿estamos igualmente preparados para tener una experiencia espiritual?

Estas son algunas preguntas que podemos tener en cuenta al evaluar nuestro esfuerzo por contribuir a una reunión sacramental significativa:

  • ¿Nos vestimos de una manera coherente con nuestro deseo de mostrar respeto y amor al Señor?
  • ¿Hemos venido con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, deseosos de arrepentirnos y aprender del Espíritu Santo?
  • ¿Llegamos temprano y no nos excedemos en las conversaciones en el salón sacramental para mantener el sentimiento de reverencia que debe prevalecer allí? Escuchar en silencio la música del preludio es una excelente manera de prepararse para la reunión.
  • ¿Nos aseguramos de tomar algo de beber y de ir al baño antes de que comience la reunión para evitar interrupciones?
  • ¿Hemos procurado reducir al mínimo todas las distracciones, incluidas las provocadas por los dispositivos electrónicos, especialmente durante la administración de la Santa Cena? El élder Dallin H. Oaks ha enseñado: “Cuando tomamos la Santa Cena, hacemos el convenio de recordar siempre al Salvador. ¡Qué triste es ver a alguien violar ese convenio precisamente en la misma reunión en la que hace dicho convenio!”.
  • ¿Manejamos de manera eficaz las distracciones provocadas por los niños pequeños? Dado que la Iglesia se centra en la familia, los niños pequeños siempre estarán presentes en los servicios sacramentales. Pero podemos venir preparados para afrontar esas distracciones. Si los niños son nuestros, podemos sacarlos para contribuir a la reverencia general de la reunión. Y si los niños no son nuestros, podemos ignorar las pequeñas distracciones sin juzgar, sin impaciencia y, si es apropiado, ofrecer ayuda.
  • ¿Cantamos los himnos seleccionados con reverencia y respeto? Los himnos son una parte integral de la adoración significativa, y podemos invitar al Espíritu y aprender de Él de manera más eficaz cuando participamos.
  • ¿Esperamos tener experiencias espirituales durante la reunión sacramental y permanecemos centrados y atentos durante la administración de la Santa Cena y los discursos?
  • ¿Valoramos el tiempo de la administración de la Santa Cena como uno de los momentos más sagrados de la semana? Mediante esa ordenanza sagrada, el Salvador ofrece perdón, fortaleza y una oportunidad para recordar los convenios que hemos hecho.

Como ocurre en la mayoría de las cosas en la vida, cada uno obtendrá de su experiencia en la reunión sacramental exactamente lo que busque. Si vamos esperando algo mundano o aburrido, sin duda obtendremos lo que fuimos a buscar. Pero si cada semana vamos sinceramente buscando una experiencia espiritual, una en la que podamos tener comunión con nuestro Padre Celestial y con nuestro Salvador Jesucristo, y estamos dispuestos a esforzarnos por lograrlo, descubriremos que, durante aproximadamente una hora cada semana, estaremos teniendo una experiencia culminante, como el llegar a la cima de la montaña, que nos hará decir: “Sí, valió la pena todo lo que hice para llegar aquí”.

Si deseas aprender más sobre cómo mejorar tu experiencia en la reunión sacramental, lee el discurso del élder Dallin H. Oaks “La reunión sacramental y la Santa Cena” o el del presidente Russell M. Nelson “La adoración en la reunión sacramental”, o mira el vídeo [disponible en idioma inglés] “Purposes of Sacrament Meeting [Los propósitos de la reunión sacramental]”. Para otras interesantes sugerencias, lee el artículo “Aprovechar la reunión sacramental al máximo” (véase Liahona, junio de 1996, pág. 30).