Fui llamada a servir en la Misión España Barcelona, y al concluir mi servicio en julio de 2025, me siento humilde y agradecida por todo lo que he vivido. Cumplí un sueño que nació cuando era niña, inspirado por los élderes que visitaban mi hogar y llenaban nuestra casa de amor y del Espíritu. Yo deseaba dar a otros esa misma luz.
La misión fue más de lo que imaginé. Nunca pensé lo agotador que sería enfrentar retos diarios sin que las pruebas desaparecieran. Sin embargo, descubrí que el gozo surge cuando servimos con amor y dejamos de lado nuestros propios temores y cansancio. Aprendí a ver la belleza en las personas, a ser paciente y amable, y a crecer en medio del dolor y la alegría compartida.

Convivir con compañeras y vivir en otro país me otorgó una nueva perspectiva: ahora tengo mayor tolerancia, más determinación para defender mi fe y una profunda gratitud por las historias que conocí y por las familias que me acogieron como si fuera parte de ellas. Esas relaciones humanas, impulsadas por las verdades del Evangelio y fortalecidas mediante convenios sagrados como el bautismo, son el reflejo de lo que Dios desea para nosotros.
Después de mi misión, estudiaré ciencias de cardiorrespiratorias en Utah Valley University. Mi meta es servir en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN), asistiendo a bebés prematuros. Sé que enfrentaré momentos de gran tristeza, pero el conocimiento del Plan de Salvación me ha preparado para consolar a quienes sufren. Esa visión eterna me ofrece una paz que quiero compartir, porque sé que la vida no termina en esta tierra.

Ser misionera me enseñó el valor del trabajo en equipo y me dio herramientas para la vida profesional. También me acercó a Cristo. Él me ha enseñado a confiar, incluso en medio de incertidumbres. Sé que no seré perfecta, pero buscaré emularlo, porque Él es mi Príncipe de Paz, mi Redentor, el principio y el fin de cada capítulo en mi vida.
Durante este año y medio, he forjado amistades eternas y aprendido lecciones que marcarán mi camino para siempre. A quien sienta el deseo de servir, le diría: ora, pregúntale a Dios, y sigue Su voluntad. La misión es un mandamiento, pero también una bendición que cambia corazones y destinos.
Testifico que Jesucristo vive y que Él sigue caminando conmigo mientras empiezo nuevas aventuras. Amo a mi Salvador, y amo a Su Iglesia.