Me uní a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en julio de 1989, y desde entonces mi vida ha sido una continua transformación. La fe y el compromiso con el Evangelio han sido pilares fundamentales en cada etapa, fortaleciendo mi testimonio y brindándome oportunidades de servicio que han enriquecido mi camino espiritual y nutrido mi alma.
Actualmente soy maestra de la Primaria. Cada clase se convierte en un espacio de aprendizaje mutuo, donde no solo comparto principios fundamentales del Evangelio con los niños, sino que también aprendo de ellos. Su curiosidad, sus preguntas sinceras y su manera de ver el mundo me recuerdan la importancia de la fe pura y del amor genuino. Los niños reflejan la grandeza del conocimiento divino, y siento una conexión especial con el cielo.

Por otro lado, la historia familiar ha sido un puente hacia una mayor comprensión de la obra del Señor. Explorar mis raíces me ha permitido fortalecer mi relación con Dios, descubrir historias y reconocer cómo Su mano ha guiado a cada generación que me ha precedido, y cada hallazgo es un testimonio del amor de nuestro Padre Celestial hacia nosotros.
Aceptar el Evangelio de Jesucristo y ser parte de Su Iglesia son regalos por los que estoy profundamente agradecida. Cada oración, cada enseñanza y cada acto de servicio han sido una confirmación de Su amor y apoyo constantes. Seguir adelante en este viaje de fe es un compromiso que renuevo con gozo, con la certeza de que Su luz siempre me acompaña.