El próximo mes de enero, serviré en la misión de Brasil João Pessoa. La historia de mi madre y cómo conoció el Evangelio, así como la transformación que trajo a nuestras vidas, ha sido mi motivación para servir y ayudar a otras personas a venir a Cristo. Deseo continuar con ese legado.
El proceso de preparación para la misión me ha llevado a mejorar mis hábitos diariamente, a fin de convertirme en esa persona que pueda proteger y guiar a los suyos. Cada semana renuevo mis convenios, siempre que tengo oportunidad voy al templo y vivo el Evangelio día a día.
Mis expectativas como misionero de tiempo completo son conocer a muchas personas y compartir con ellas el Evangelio.
Los miembros de mi barrio me animan y alientan siempre, se interesan por mí y están atentos a apoyarme con cualquier cosa que necesite para mi misión. Mi familia está gozosa con mi decisión. Mis amigos, que no son miembros de La Iglesia, saben que me voy dos años a la otra punta del mundo; no lo entienden muy bien, pero me animan a que persiga mis objetivos.
Mi mensaje para los jóvenes es que den ese paso que da tanto miedo y se convencerán de que no es un salto al vacío, sino una oportunidad para volar. Verán que todo ese miedo, dudas o inconvenientes desaparecerán. Cada obstáculo se convertirá en un logro alcanzado. Pase lo que pase, sigan firmes en su decisión y llegarán a ser más fuertes de lo que pensaron.
