La Adoración de los Reyes Magos

Los tres Reyes Magos
Los Reyes Magos Foto cedida por Marcos Míguez.

En el Evangelio de San Mateo, leemos que “unos magos vinieron del oriente a Jerusalén”, para adorar al Rey de los judíos, guiados por una estrella que anunciaba su nacimiento. La estrella “iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño”. El evangelista sigue diciendo que, “cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María, y, postrándose, lo adoraron; y, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (cfr. Mateo 2:1−2, 9−11). Esta es la información que tenemos en los textos canónicos sobre la adoración de los Reyes Magos, que se celebra el día 6 del mes de enero.

Pero de estos magos de que habla el Evangelio de Mateo se han hecho muchas cábalas sobre su identidad, su origen, su número y sobre sus nombres. Mateo utiliza en su Evangelio para referirse a ellos la palabra griega “magoi”. Estos “magos” podrían haber sido unos sabios religiosos de Persia o de Babilonia, de los cuales habla el historiador griego Herodoto; quizá unos astrólogos, puesto que Babilonia era el centro de la astrología en su tiempo.

Cabalgata de Reyes
Cabalgata de Reyes. Foto cedida por Marcos Míguez.
Niños con el rey Gaspar
Niños con el rey Gaspar. Foto cedida por Marcos Míguez.

Mateo apenas da información sobre ellos, pero se dice que eran tres los magos, por los tres presentes que ofrecieron a Jesús. Se dice también que eran reyes, por los regalos que traían, y porque, según dicen otros, Isaías, al dar testimonio del nacimiento de la gloria de Jehová, dice que “andarán las naciones a tu luz, y los reyes, al resplandor de tu amanecer” (cfr. Isaías 60:1−3), y porque Juan en el Apocalipsis da testimonio de la luz de la gloria de Dios, y que las naciones “andarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra traerán su gloria y su honor a ella” (cfr. Apoc. 21:23−24). Los nombres que se atribuyen a los magos son fruto de la tradición; la más antigua de ellas es del siglo VI. Mateo no dice nada en este sentido sobre los magos, pero sí nos da a entender que eran hombres sabios, que estaban familiarizados con las profecías sobre el nacimiento del Salvador, y que estaban atentos a la estrella que lo anunciaba.

Aunque no se sabe el momento exacto de la visita de los magos, lo que sí leemos en Mateo es que encontraron a Jesús en una casa (cfr. Mateo 2:11), no en un establo; es decir, que no llegaron al momento de su nacimiento, sino tiempo después, y que los magos no encontrarían, por tanto, a un bebé recién nacido, sino a un niño crecido ya, en casa de sus padres.

El rey Baltasar se da un baño de multitudes
El rey Baltasar en un baño de multitudes. Foto cedida por Marcos Míguez.
El rey Gaspar durante la cabalgata de Reyes
El rey Gaspar durante la cabalgata de Reyes. Foto cedida por Marcos Míguez.

Pero en un texto apócrifo sobre el nacimiento de Jesús, leemos que “los magos entraron y saludaron a María, diciendo: ‘Dios te salve, llena de gracia’. Se acercaron al pesebre, lo examinaron y vieron al niño […] y de sus cofres le han ofrecido oro, incienso y mirra” (“Libro sobre la infancia del Salvador. Extracto sobre el nacimiento de Jesús”; escrito en latín, de autor desconocido, de fecha hacia el siglo IX. En “TODOS LOS EVANGELIOS. Traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos”, pp. 249−251, edición de Antonio Piñeiro, EDAF, Madrid, 2009).

De aquí viene la tradición de representar la visita de los tres Reyes Magos al niño Jesús, recién nacido en un establo, y acostado en un pesebre.

El rey Melchor durante la cabalgata de Reyes.
El rey Melchor durante la cabalgata de Reyes. Foto cedida por Marcos Míguez.