Voces de los Santos

Los peldaños para la felicidad eterna

El Reino de Dios ya está presente en la Tierra a través de su Iglesia, pero llegará el día en que gobernará en todos los aspectos de la vida humana. En esta reflexión, el hermano Carlos J. Somoza nos invita a prepararnos espiritualmente para ese gobierno justo y perfecto que Jesucristo ejercerá durante el milenio.

Jesucristo en su segunda venida Biblioteca de la Iglesia

En Doctrina y Convenios 42:69 se afirma que el Reino de Dios sobre la Tierra es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Actualmente, este Reino está limitado al ámbito eclesiástico, pero llegará el día en que gobernará en todos los sentidos y áreas de la vida. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cómo será un gobierno ejercido por Dios?

Desde luego, no será un reinado como los que conocemos hoy. En Doctrina y Convenios 76:50, 55–60 se describe a los que participarán en la resurrección de los justos como “sacerdotes y reyes” que han recibido de la plenitud y gloria del Padre. Son aquellos en cuyas manos Él ha entregado todas las cosas. “Todas las cosas son suyas… y ellos son de Cristo, y Cristo es de Dios. Y vencerán todas las cosas.”

Cristo estará a la cabeza de un gobierno real, efectivo, justo y cabal, donde no habrá errores, hambre ni injusticias, y todo se hará con la sabiduría de Dios. Él mismo nombrará a los gobernantes. No sabemos cómo serán llamados, pero sabemos que serán escogidos de entre los miembros de la Iglesia que se hayan preparado en esta vida: personas justas, íntegras y obedientes a las leyes divinas. Serán hombres y mujeres con la autoridad del Altísimo, sellados por el Espíritu Santo de la Promesa, vencedores por la fe.

El hermano Somoza con su esposa. Carlos Somoza Díaz
El hno. Carlos José Somoza con su esposa

Para estar preparados, debemos ascender los peldaños que conducen tanto a la felicidad eterna como a la sociedad celestial. Muchos de estos peldaños son conocidos por los miembros de la Iglesia, pero vale la pena destacar algunos:

  • La fe, que mueve montañas y transforma corazones.
  • El arrepentimiento, que nos libera de la culpa.
  • La oración, que eleva el alma.
  • El bautismo, que nos limpia del hombre antiguo.
  • El estudio y conocimiento de las cosas de Dios.
  • La justicia, que abre el corazón a lo divino.
  • La caridad, la mayor de las virtudes, que nos califica para la obra del Señor.
  • El amor, que incluye el sentimiento y la acción.
Segunda venida Biblioteca de la Iglesia

Estos primeros peldaños fortalecen nuestras piernas espirituales para ascender a otros más exigentes:

  • El abandono del pecado y de nuestras debilidades.
  • La transformación de nuestro carácter para que sea digno del Reino Celestial.
  •  La superación de la tentación hasta que deje de atraernos.
  • La conversión profunda del corazón hacia las cosas de Dios.
  • La búsqueda constante de la inspiración del Espíritu Santo.
  • El servicio espontáneo y constante, en todo lugar y circunstancia.
  • El dominio propio: que nuestro carácter no nos domine.
  • La preparación integral —mental, espiritual, conductual— para servir en el gobierno de Jesucristo sobre la Tierra.

Durante el milenio, seremos llamados a servir en los asuntos eclesiásticos y políticos del Reino. ¿Cómo será ese gobierno justo, cabal y sin errores? Lo será porque tanto los gobernantes como el pueblo habrán sido preparados para vivir en obediencia total a las leyes divinas, que rigen el Reino Celestial.

Nadie deseará transgredir porque habrá entregado completamente su corazón a Dios. Aborrecerán la mentira, la injusticia, la ira, el odio, la envidia, el ocio y todo lo que los separe de Él. Solo desearán cumplir su voluntad, que será también la de ellos. Y les será placentero recorrer no solo la segunda, sino también la tercera y todas las millas extra.