
Después de una conferencia de estaca en la que se me pidió que presidiera, el presidente de la estaca me presentó a una joven adulta soltera maravillosa y muy valiente. Descubrí que, unas semanas antes de comenzar a servir en una misión, se le diagnosticó una forma de cáncer agudo y grave. Después tuvo que someterse a unos tratamientos dolorosos, prolongados e invasivos que le habían dejado cicatrices físicas y emocionales.
Yo podía ver y sentir su angustia, y mi corazón sintió compasión por ella. La joven se puso a llorar mientras preguntaba por qué le había sucedido eso cuando tenía un deseo tan grande de servir al Señor. “¿Cómo puedo seguir viviendo el resto de mi vida con semejante incertidumbre?”, me preguntó. La invité a tomarse cada día de vida como un don de Dios. Al fin y al cabo, ninguno de nosotros sabe cuándo el Padre Celestial nos llamará a casa. Si vivimos y disfrutamos cada día en el que tenemos aliento1 y nos ponemos al servicio de Dios2, nos sentiremos bendecidos, incluso en medio de nuestras pruebas y tribulaciones. Compartí con ella algunas cosas personales que he aprendido acerca de acudir a Dios y encontrar gozo en mis aflicciones. El Espíritu me inspiró a invitarla a mirar más allá de sí misma de forma consciente y la exhorté a orar para que tuviera una visión más profunda, para que pudiera ver a través de los ojos del Salvador las pruebas de otras personas y ser una bendición para ellas cada día de su vida.
La perspectiva de nuestra vida cambiará cuando nos esforcemos por servir a los demás. Nuestra amarga copa3 será bendecida4 y se volverá más dulce a medida que nos esforcemos por pasar de centrarnos en “¿por qué sufro?” a “¿cómo puedo servir?”. Nos sentiremos sostenidos por los ángeles y experimentaremos el poder sanador del Salvador de una forma más abundante en nuestra vida.

En Marcos 5 leemos acerca de una mujer que había sufrido de flujo de sangre durante doce años. Su enfermedad no solo afectó su salud, sino que también la aisló de la sociedad. Debió haberse sentido desesperada. Cuando oyó hablar de Jesús, creyó que con solo tocar Su manto podría sanar. En un acto de fe, extendió la mano y lo tocó. Jesús se volvió y la buscó, diciendo: “Hija, tu fe te ha sanado; ve en paz y queda sana de tu aflicción”5. Y lo que de verdad llama la atención es que no solo fue curada de su enfermedad, sino que fue declarada “sana de [s]u aflicción”, restaurada en todos los aspectos: espiritual, mental, emocional y social.
Jesucristo ofrece más que consuelo o sanación: ofrece una restauración completa. Es posible que todos llevemos cargas que no son visibles: dolor, enfermedades, aflicciones, adicciones, dudas, culpa o vergüenza. Quizá sintamos que estamos destrozados y necesitamos ser restaurados por completo. Cuando nos volvemos al cielo en nuestra angustia y clamamos al Señor6 en oración sincera y llena de fe, Él nos escucha, condesciende a donde nos encontramos y nos restaura completamente.
El sentimiento más profundo de restauración es estar completos, en paz, alineados con nuestro Padre Celestial. Por medio de la Expiación del Salvador podemos superar la muerte física y espiritual y ser restaurados por completo.
Mi esposa, Kristy, y yo participamos en la FSY internacional de 2022 que se celebró en Alemania. Una de las canciones de FSY de aquel año me ha impactado profundamente. Se titula “Él nos sana” y estas son las palabras del estribillo: “Él nos sana, Él nos libra, de las penas, la carga, el pesar. Si lo buscas cuando sufres, el corazón Él te puede curar”7. Me cuesta cantarla sin emocionarme y verter lágrimas. ¡Oh, cuánto necesito que el Salvador permanezca y me restaure completamente! Al recorrer juntos la senda de los convenios con fe, el Salvador camina con nosotros. Su invitación es la misma para todos: “Venid a mí”8. Él conoce su corazón, es consciente de las cargas que sobrellevan y solamente Él puede restaurarlos completa y verdaderamente.
1 Mosíah 2:21.
2 Mosíah 2:17.
3 Mateo 26:39 y 3 Nefi 11:11.
4 Mateo 26:27.
5 Marcos 5:34.
6 2 Nefi 33:3.
7 Música y letra por Nik Day. Arreglo musical de Mitch Davis, Nik Day y Sean Hubrich. Producción por Mitch Davis. Artista: McKenna Hixson. © 2022 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Esta canción se puede copiar para propósitos casuales, no comerciales, en la Iglesia y en el hogar.
8 Mateo 11:28–29.