Las inspiradoras historias de dos jóvenes misioneras

Las hermanas Maxwell y Welling, de la Misión España Barcelona, comparten como su fe y dedicación les han ayudado a transformar sus vidas y las personas con quienes comparten el Evangelio.

Hermanas Maxwell y Wellin

Prepárense para servir en una misión de tiempo completo. Es un tiempo maravilloso; una oportunidad inigualable para conocerse más a sí mismo y a Jesucristo.

Los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se caracterizan por ser de buen ánimo y estar siempre prestos a ayudar. Como madre y tía de exmisioneros, sé que detrás de cada uno de ellos hay una historia de vida. Un día, aprovechando que las hermanas Maxwell y Wellin vinieron a comer a casa, quise conocer sus motivaciones para servir y sus experiencias en el campo misional.

La hermana Maxwell, oriunda de Delaware, siempre quiso servir en una misión de tiempo completo, pero durante su adolescencia sus deseos aminoraron. No obstante, la oración, su Bendición Patriarcal y las Escrituras avivaron su anhelo de servir. Asegura que su experiencia en el campo misional ha sido formidable; ha crecido espiritualmente y ha sido testigo de cómo las personas pueden progresar y cambiar gracias a la influencia del Espíritu Santo, el testimonio que adquieren de Jesucristo y el efecto que su expiación tiene en sus vidas.

Al terminar, finalizará la carrera de Física y apoyará la Obra Misional. Le gustaría decir a los jóvenes que: “Durante la misión se aprenden lecciones para la vida. Uno se conoce mejor a sí mismo, a las personas y a profundizar en el Evangelio. Recomiendo a todo joven que esté planteándose servir en una misión ore y pregunte a nuestro Padre Celestial”.

De izquierda a derecha la hermana Wellin y la hermana Maxwell
De izquierda a derecha la hermana Welling y la hermana Maxwell, quienes sirven en la Misión España Barcelona.

La hermana Welling, de Alaska, tiene cuatro meses en España y ya habla con fluidez nuestro idioma. Dice que nunca pensó en servir en una misión, pero al ingresar al año básico de la universidad, no sabía qué carrera estudiar ni tenía metas claras para su vida. Escudriñar las Escrituras, conversar con exmisioneros y su natural talento para compartir el Evangelio la hicieron pensar que el Padre Celestial la había estado preparando toda la vida para servir en una misión. Para ella, esta es una experiencia maravillosa en la que ha aprendido que la misión es amar al prójimo compartiendo el Evangelio y apoyándoles en el proceso transformador de sus vidas. La influencia del Espíritu Santo se manifiesta con más fuerza durante su trabajo misional.

A su regreso, estudiará una carrera relacionada con la medicina. Su mensaje a los jóvenes es: “Prepárense para servir en una misión de tiempo completo. Es un tiempo maravilloso; una oportunidad inigualable para conocerse más a sí mismo y a Jesucristo. Los hábitos que se desarrollan en la juventud serán los que seguiremos a lo largo de nuestra vida. Conocer más a nuestro Salvador y enfocarnos en él nos ayudará a tener una vida siguiendo a Cristo. Servir en una misión nos ayuda a fortalecer nuestra perspectiva eterna”.