
El deseo de servir al Señor, compartir el Evangelio y traer almas a Cristo me impulsaron a cumplir una misión de tiempo completo. Fui llamado a servir en la Misión Madrid España desde 1993 hasta 1995. Durante todo este período enfrenté muchas más pruebas de las que había anticipado, pero estas me hicieron crecer tanto espiritual como personalmente.
Una de las lecciones más importantes que aprendí en el campo misional fue el valor de las Escrituras y la espiritualidad. La camaradería misional me enseñó a crecer en fe y a desarrollar habilidades prácticas como cocinar, hablar con la gente y compartir el Evangelio. Enfrentar pruebas duras y mantener un diario personal también fueron aspectos fundamentales en mi aprendizaje y crecimiento.
Mi actitud se transformó; aprendí paciencia y a mantener la calma. Desarrollé una gran fuerza espiritual. Definitivamente, a mi regreso no era el mismo que se había ido. Aprendí a amar más al prójimo y esto me ayudó a ser un mejor esposo. Me he esforzado estudiando y he mejorado mi currículo laboral en varias ramas.
Recomiendo a los jóvenes que consideren ir a la misión, pero sin sentirse obligados. Es una decisión que deben tomar por sí mismos. Yo testifico de la grandiosa experiencia que fue para mi vida servir en una misión de tiempo completo y quisiera recordar a los jóvenes las palabras de Jesús: “Id y predicad el Evangelio”.