El día cinco de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una iniciativa mundial enfocada a promover el diálogo y la resolución de problemas relacionados con la ecología. Para varias religiones, la naturaleza tiene un profundo significado, sirviendo incluso, en algunos casos, como símbolo sagrado de la fe. En sintonía con la perspectiva cristiana de la naturaleza, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días promueve entre sus miembros que se proteja el mundo natural con una manifestación de gratitud y adoración. El fallecido apóstol élder M. Russell Ballard enfatizó la importancia de conectarse con la naturaleza cuando afirmó: “para venerar verdaderamente al Creador, debemos apreciar Sus creaciones. Debemos planear dedicar tiempo a observar las maravillas de la naturaleza”. En un mundo consumido por las prisas, el élder Ballard llama a los miembros a “detenerse y oler las rosas” como manera de reconectar con Dios, con otros y con ellos mismos.
Consciencia personal
En la Biblia, Dios nos exhorta diciendo “quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios”. En la agitada sociedad actual, alcanzar esta tranquilidad no resulta fácil, especialmente para las nuevas generaciones. La pandemia de Covid-19, sin embargo, forzó el aislamiento de muchos, lo que nos ofreció la posibilidad de renovarnos personalmente y nos enseñó el valor de estar presente y ser conscientes. Una manera habitual para muchos de practicar esta consciencia personal es pasar más tiempo en la naturaleza. Habiéndose probado científicamente que mejora el bienestar mental y promueve el pensamiento positivo, conectarse con el entorno no solo facilita la tranquilidad sino que también promueve la salud psicológica. La naturaleza promueve la autorreflexión, haciendo que muchos profundicen más en su propio interior y obtengan nuevas perspectivas personales y una mayor tranquilidad interior.
El puente hacia lo divino
El presidente John Taylor, que sirvió como Presidente de la Iglesia, remarcó: “Tanto si se mira a los pájaros, las bestias o el cuerpo humano, se puede observar algo exquisitamente bello y armonioso, que conduce a pensar en la existencia de Dios” . En un mundo cada vez más secular, el concepto de la existencia de Dios pasa a menudo desapercibido. Y sin embargo, sumergirse en la naturaleza a menudo genera preguntas existenciales más profundas. El élder Stephen L. Richards, otro antiguo apóstol de la Iglesia, igualó la belleza con la “religión pura”, poniendo en duda que “cualquier ser racional pudiera llegar a concebir la idea de Dios, al menos como ser personal, salvo en un entorno de belleza y amor exquisitos”. Para los Santos de los Últimos Días, la conexión con lo divino a menudo se produce en la naturaleza, como queda demostrado por la Restauración de la Iglesia, que comenzó en una arboleda en la que José Smith vio a Dios y a Jesucristo. La naturaleza sirve como conducto para la conexión con lo divino, fomentando que las personas busquen experiencias espirituales.
En sintonía con muchas otras tradiciones religiosas, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son llamados a ser mayordomos de la tierra y a considerar la naturaleza como un puente que lleva hacia Dios. A través de la naturaleza, las personas aprenden a “queda[r] tranquilos” y descubren que Dios puede estar más cerca de lo que habían pensado hasta entonces.