Inicialmente, estaba reacio a cumplir una misión de tiempo completo. Una noche soñé con la misión. En mi sueño, vi a mi padre diciéndome que él no había podido servir una misión de tiempo completo. La noche siguiente, soñé que Jesucristo me pedía que saliera a la misión. Después de esto, hablé con mi obispo el domingo siguiente para fijarme metas y prepararme para servir en una misión de tiempo completo.
En el aspecto espiritual, me preparo asistiendo todos los domingos a la iglesia y participando en todas las actividades. Mi obispo me llamó como líder JAS, lo cual me ha ayudado a sentir que ya estoy enseñando a las personas. Leo las Escrituras y voy al templo cuantas veces puedo.
Mi madre me apoya completamente; siempre me invita a leer las Escrituras con ella. Mi hermana, que ahora sirve en una misión de tiempo completo, me motiva y me ayuda. Todo este proceso es más fácil cuando tu familia te apoya.
Para un joven de 18 años, tomar la decisión de servir en una misión de tiempo completo es algo trascendental. Hay obstáculos, pero el Señor nos necesita a nosotros, los jóvenes dignos. Aunque tengamos estudios o novia, las bendiciones que trae una misión son más grandes.