Somos de los EE. UU., del estado de Utah. Llevamos 37 años casados; tenemos dos hijos y tres nietos.
La hermana Mary Rees es licenciada en Educación por la Universidad de Brigham Young y obtuvo el título de máster en Administración Educativa por la Universidad de La Verne. Trabajó durante cuarenta años como educadora con niños de 8 a 12 años y, en los últimos años, se dedicó a la formación de nuevos docentes.
El élder Craig Rees es licenciado en Gestión Empresarial por la Universidad de La Verne y posee un máster en español por la Universidad de California. Trabajó durante más de veinte años en la industria televisiva y, posteriormente, durante 18 años, se dedicó a la enseñanza, impartiendo clases de español a jóvenes de 14 a 18 años.
Siempre habíamos pensado en prestar servicio misional. De hecho, nos jubilamos anticipadamente para poder hacerlo mientras gozábamos de buena salud. Pero la pandemia interrumpió nuestros planes y nos acomodamos a la vida de jubilados: disfrutábamos de nuestros nietos, del ocio, de nuestra mascota y de viajes con amigos.
Decidimos ser misioneros, movidos por nuestro amor al Señor, por las grandes bendiciones recibidas y por el deseo de obedecer la invitación de los profetas dirigida a las personas de mayor edad.
Jesucristo, al iniciar su ministerio, dijo: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los quebrantados, a predicar el año agradable del Señor» (Lucas 4:18-19).
Nos sentimos profundamente identificados con estas palabras; ese era nuestro deseo al comenzar nuestro servicio.
Normalmente, los llamamientos misionales llegan en unas tres semanas, pero el nuestro tardó varios meses. ¡Qué sorpresa! Habíamos sido llamados a España como misioneros de Bienestar, Autosuficiencia y Ayuda Humanitaria.
Durante nuestra misión, tuvimos la bendición de colaborar con muchas ONGs de España y de presenciar cómo la Iglesia ha mejorado las vidas de personas en situación de necesidad –niños y familias que atraviesan dificultades– mediante proyectos muy diversos: la creación de huertos comunitarios; la reconstrucción de centros para niños con discapacidades; la rehabilitación de viviendas para mujeres solas y jóvenes con problemas de salud mental; la dotación de becas de refuerzo escolar y el acondicionamiento de centros cívicos con mobiliario y calefacción, para que los niños puedan estudiar y socializar en un entorno seguro y digno. También trabajamos en la mejora de los centros de capacitación profesional, en la coordinación de servicios relacionados con la DANA y en el ofrecimiento de respuestas ante emergencias.
Además, dedicamos tiempo a la enseñanza del Evangelio, a la capacitación de los líderes de la Iglesia y a la formación en autosuficiencia mediante la ley del diezmo, las ofrendas de ayuno y los cursos de autosuficiencia. También mantuvimos reuniones con ayuntamientos para dar a conocer los programas de Bienestar y de Ayuda Humanitaria de la Iglesia.
Ha sido un verdadero privilegio conocer a los santos en España. Amamos profundamente a las personas de este país. Fue maravilloso presenciar las filas de miles de voluntarios que, de toda España, acudieron en auxilio de los afectados por la DANA.
Si un matrimonio mayor desea servir a Dios, está llamado a la obra. Para nosotros ha sido una de las épocas más extraordinarias de nuestras vidas. Como misioneros, hemos visto la mano del Señor manifestarse en Su obra. Hemos presenciado milagros, desde ayuntamientos que han abierto sus puertas a la Iglesia hasta personas que han decidido cambiar su vida y venir a Cristo.
Hemos aprendido a amar más al Señor y también a amarnos mejor el uno al otro. Nuestro matrimonio es hoy más fuerte. Hemos hecho amigos inolvidables y las experiencias de nuestra misión han transformado nuestras vidas y las de nuestra familia.
Pero, sobre todo, queremos hacer hincapié en esto para una pareja mayor, no hay mejor inversión de su tiempo que servir al Señor.
El 3 de diciembre de 2025, el matrimonio Rees terminó su misión y regresó a los Estados Unidos. Quedamos enormemente agradecidos por toda su labor, su cariño y su amistad. Siempre los llevaremos en nuestro corazón.