Al prepararse para partir hacia París el 24 de julio de 2024, Conner Mantz y Clayton Young, corredores de maratón del equipo olímpico de EE. UU., reflexionan sobre su trayectoria y las similitudes entre correr un maratón y vivir el Evangelio de Jesucristo. “Un maratón es muy simple. Son 42,2 kilómetros, un pie delante del otro”, dice Clayton Young. “El Evangelio también es muy simple, pero, a fin de cuentas, ambos pueden ser muy duros”.
Young, de treinta años, y Mantz, de veintisiete, son miembros fieles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y se conocieron como corredores universitarios en la Universidad Brigham Young (BYU). Young llevaba tres años allí cuando Mantz llegó en 2017 como estudiante de primer año. Young tomó al joven corredor bajo su tutela y se desarrolló una amistad duradera.
Tanto Young como Mantz comenzaron a correr alrededor de los once años con el apoyo de sus padres y amigos. Su entrenador en BYU, Ed Eyestone, que fue él mismo dos veces corredor olímpico de maratón masculino, fue su inspiración para probar el maratón. Quedaron fascinados y los Juegos Olímpicos se convirtieron en su meta.
A lo largo de los años, los dos amigos se han impulsado y apoyado mutuamente. “Sentimos que debemos rendirnos cuentas el uno al otro, y nos motivamos mutuamente”, dice Young. En las pruebas de maratón olímpico de Florida del pasado mes de febrero, Mantz atribuye a Young el haberlo ayudado a superar un momento difícil cerca del final de la carrera. Finalmente terminaron en primer y segundo lugar, asegurando su clasificación para París 2024.
Young y Mantz sirvieron como voluntarios a tiempo completo en misiones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, interrumpiendo su carrera deportiva durante dos años para compartir las enseñanzas de Jesucristo y brindar servicio. “Mi misión afectó toda mi vida”, dice Mantz, quien sirvió en Ghana, África Occidental, de 2015 a 2017. Young, que sirvió en Carolina del Norte de 2012 a 2014, dice que su misión “le aportó fortaleza mental y puso las cosas en perspectiva”.
Si bien los dos corredores han hecho muchos sacrificios personales para perseguir su sueño olímpico, el entrenador Eyestone explica que “son las personas que nos apoyan las que realmente están haciendo los sacrificios. Queremos ser lo mejor que podamos a causa de sus sacrificios”. Young añade que “ha habido muchos sacrificios en nuestra preparación olímpica porque es muy importante, y muchas personas han sido parte de ella. Ha sido divertido llevar a esas personas con nosotros en este viaje a París”.
Además de a su fe, ambos corredores atribuyen su éxito a sus familias, compañeros de equipo y entrenadores. Casado hace apenas un año y medio, Mantz sonríe y admite que “mi esposa me impide obsesionarme, cosa que tiendo a hacer”. Las dos hijas pequeñas de Young, de tres y cinco años, lo mantienen con los pies en la tierra y lo aman “sin importar en qué puesto cruce la línea de meta”.
Young admite que en su entrenamiento “hay muchas pequeñas cosas que tenemos que hacer que a veces no queremos. Lo que marca la diferencia es presentarme todos los días con un compañero de entrenamiento que realmente me mantiene motivado y un entrenador y líder que me hace rendir cuentas y que sabe lo que es mejor para mí. Lo mismo ocurre con vivir el Evangelio”.
Mantz considera a Young uno de sus primeros mentores cuando comenzó a entrenar para el maratón. Young señala a Jared Ward, un excompañero de equipo de BYU que obtuvo el sexto puesto en los Juegos Olímpicos de Río 2016, como una influencia clave en su vida. “Jared ha sido un gran ejemplo, no solo como atleta, sino de cómo vivir la vida y ser un buen esposo y padre”. El entrenador Eyestone añade que Young y Mantz ahora son mentores de los compañeros más jóvenes que vienen detrás de ellos, como Kenneth Rooks y James Corrigan, que competirán en París 2024 en la carrera de obstáculos masculina.
“Me encanta el hecho de que correr es esencialmente desgastar tu cuerpo un día para poder cambiar y convertirte en un mejor corredor al día siguiente”, reflexiona Young. “En esta vida, estamos aquí para aprender y crecer. Estamos aquí para llevar al máximo y desgastar nuestro cuerpo espiritual casi todos los días, para así cambiar y mejorar a causa de ello. No va a suceder de la noche a la mañana. En las carreras, esto sucede literalmente paso a paso. Lo mismo ocurre con el Evangelio”.
Mantz añade: “Es en el proceso donde encuentras el gozo, tanto en correr como en vivir el Evangelio. Mucha gente no entendería por qué me encanta vivir el Evangelio o por qué me encanta correr, pero aquellos que realmente se comprometen a una cosa u otra, encuentran el verdadero gozo que lo acompaña”.
Young y Mantz competirán en el maratón masculino el sábado 10 de agosto en París.