Ana María Bonny es llamada a representar a la Iglesia en las Naciones Unidas

Ana María Bonny Hernández es la nueva representante de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ante el Comité de las ONG sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer en las Naciones Unidas, Ginebra

Hermana Ana María Bonny
Hermana Ana María Bonny

Se ha llamado a la hermana Ana María Bonny Hernández como nueva representante de la Iglesia ante el Comité de las ONG sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en Ginebra, Suiza. Ana Bonny, natural de España, es la primera miembro europea de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que ocupa esta asignación y sustituirá a la hermana Carol McConkie, que la desempeñó durante muchos años. La hermana Ana Bonny comenzará a trabajar en esta nueva responsabilidad de forma inmediata. 

La hermana McConkie, que ahora ha sido relevada del cargo, dijo que “al servir como representante de Latter-day Saints Charities para ser vicepresidenta del Comité de las ONG sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer en Ginebra, me llenó de alegría la entrañable asociación con mujeres notables de diversas organizaciones no gubernamentales que abogan por el bienestar físico, social, emocional y espiritual de las mujeres y las niñas y su progreso”. 

El grupo del Comité de la Condición Jurídica y Social de la Mujer promueve la igualdad de género y el empoderamiento y la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas de todo el mundo. Este comité con sede en Ginebra está formado por representantes de unas 40 organizaciones no gubernamentales (ONG) acreditadas ante la ONU y que tienen estatus consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. La Iglesia es una de esas organizaciones y lo hace por medio de Latter-day Saints Charities. 

Ana María Bonny Hernández con su marido, Martín Bonny
Ana María Bonny Hernández con su marido, Martín Bonny

Ana Bonny nació en Madrid, España. Sus padres fueron pioneros en la Iglesia allí, después de unirse a ella en 1976. Su madre enseñó tanto a Ana como a su hermana, Silvia, a servir siempre al Señor a pesar de todas las dificultades que enfrentaran en la vida. “Tuvimos la gran bendición de recibir el evangelio de Jesucristo desde una edad temprana”, recuerda. La familia se mudó a Ginebra, Suiza, en el verano de 1982.

Ana Bonny se casó con su marido, Martín Bonny, natural de Buenos Aires, Argentina, en 1997.Tienen cuatro hijos, tres niños y una niña, uno de los cuales, Luis, ya ha fallecido. Al reflexionar sobre lo que eso supuso para ella y su familia, dice: “Fue una experiencia muy especial que nos permitió sentir el profundo amor de nuestro Padre Celestial, aprender y sentir cómo el velo que separa este mundo mortal del cielo se hacía más tenue , dejándonos emociones imborrables para toda la eternidad”. Su hijo mayor, Adam, está casado, y los otros dos hijos, Beatriz y David, siguen viviendo con ellos en casa.

La familia Bonny Hernández, en una foto tomada en 2021.De izquierda a derecha Beatriz Bonny, Ana Bonny, Martín Bonny, Adam Bonny, Morgan Bonny-Powell y David Bonny
La familia Bonny Hernández, en una foto tomada en 2021.De izquierda a derecha Beatriz Bonny, Ana Bonny, Martín Bonny, Adam Bonny, Morgan Bonny-Powell y David Bonny

Esta asignación especial fue una sorpresa total para toda la familia. “Me siento muy agradecida por sentir el amor de nuestro Salvador Jesucristo y poder servirle, con todo mi amor y buenos deseos”, reflexiona. Además, siente que su vida la ha preparado para comprender mejor la nueva responsabilidad. “Mi papel de esposa y madre ha sido, es y será siempre el que más me enseñe sobre el amor perfecto y profundo que el Padre Celestial tiene por cada uno de sus hijos”, concluye.

Ryan Koch, que dirige la colaboración de la Iglesia con las Naciones Unidas, explica la importancia de la labor en la que estará involucrada la hermana Ana Bonny. “Como organizaciones mundiales, las Naciones Unidas y la Iglesia se benefician de contar con muchas portavoces por todo el mundo. La hermana Ana Bonny posee la combinación perfecta de fe, conocimiento del Evangelio y compromiso con la comunidad para conectar, establecer una red de contactos en nombre de la Iglesia y elevar el papel de las mujeres y las niñas de todo el mundo”.

Al meditar en la responsabilidad que tienen ahora, la hermana Ana Bonny confirma que buscar el valor divino de cada ser humano en esta tierra y sobre todo el de las hijas especiales de Dios, es una aventura extraordinaria y profunda. “Mi deseo es poder apoyar a todas las mujeres de este mundo y contribuir con todo mi amor al bienestar de cada una de ellas”.