En 1903, se llamó a dos hermanas a regresar como misioneras a su pueblo natal en Noruega, donde consiguieron cambiar el corazón de la gente.
Jeanne Charrier encuentra esperanza en su fe y fortalece los lazos familiares investigando su historia familiar.
A pesar de estar afligida por los horrores de la guerra, Helga Birth siguió sirviendo a otras personas en Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los agricultores holandeses mostraron compasión y un perdón genuino al enviar patatas a los alemanes, sus antiguos enemigos, para aliviar su sufrimiento.